Bebidas “energizantes” y el uso en niños, niñas y adolescentes

Las bebidas “energizantes” son productos comercializados con la promesa de aumentar la energía, la concentración, el rendimiento físico o mental y son de venta libre, por lo tanto, accesibles para la población adolescente. Si bien algunos usuarios pueden percibir beneficios a corto plazo, la evidencia científica sugiere múltiples riesgos, especialmente en niños, niñas y adolescentes. En Uruguay, su consumo entre jóvenes ha crecido significativamente, y eso amerita algunos comentarios y recomendaciones.
Datos relevantes de Uruguay.
• En la X Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media, realizada en 2024 por el Observatorio Uruguayo de Drogas (dependiente de la Junta Nacional de Drogas), el 81,8% de adolescentes (13‑17 años) declaró haber probado alguna vez una bebida energizante, y el 65,9 % la consumió en el último año, lo que habla de situación de consumo habitual o frecuente.

• En el último mes, 36,9 % de esos jóvenes la consumieron.
• La edad promedio de inicio ha descendido, en 2024 se estimó en 12,6 años.
• En estudiantes de secundaria, el consumo habitual (últimos 30 días) se ha duplicado en seis años.
Composición típica.
Las bebidas llamadas energizantes contienen varios ingredientes activos cuya combinación puede potenciar el efecto estimulante.
En base a las presentaciones comerciales, se encuentran latas que contienen entre 330 y 500 ml, en su composición se encuentra cafeína, con un equivalente aproximado de 3 a 4 tazas de café común, y es importante tener en cuenta que la American Academy of Pediatrics recomienda máximo una taza de café al día en adolescentes mayores de 12 años; además de azúcares, lo que proporciona una fuente de energía rápida además de sabor, sobrepasando la dosis recomendada diaria en un 50% con una sola lata.
Además, algunas presentaciones cuentan con edulcorantes, lo que tampoco está recomendado en una dieta saludable, así como no contar con evidencia en la utilización a largo plazo.

También contienen taurina, un aminoácido que se encuentra naturalmente en los alimentos a bajas dosis, donde actuarían sinérgicamente con la cafeína, así como extractos herbales de guaraná, que también contiene cafeína, lo que aumenta la proporción de la misma, ginseng y vitaminas del complejo B, buscando mejorar el metabolismo energético, así como componentes para potenciar ese efecto estimulante como inositol, L-carnitina, en menor proporción, de los cuales hay escasa evidencia a largo plazo.
El escenario de uso entre los adolescentes es variado y ha cambiado en los últimos años. Además de asociarse con bebidas alcohólicas, lo que aumenta del riesgo de intoxicación alcohólica, se observa un aumento del consumo en contexto de deporte o estudio, con la idea de mejorar el desempeño, observando una disminución clara de la percepción de riesgo. Y en lugares recreativos para menores, como primeros espacios de salidas o “matinée”, estas se venden en conjunto con refrescos, donde surge el riesgo agregado de la asociación de espacios y momentos de disfrute con el uso de sustancias.
Es importante tener en cuenta que los efectos dependen de la dosis, frecuencia, edad, peso corporal y si se consumen junto con otros estimulantes o alcohol, así como el contexto de consumo y el estado previo de salud.
De los efectos no deseables:
A nivel neurológico pueden presentar nerviosismo, ansiedad o irritabilidad, en lo cardiovascular aumento de la presión arterial transitoria, aumento de la frecuencia cardiaca o palpitaciones y alteración del ritmo cardíaco en algunos casos, así como dolor o malestar gastrointestinal.
En el uso continuado se puede observar alteración del sueño, lo que conlleva afectación del rendimiento y del ánimo, asociando frecuentes elementos de ansiedad, cambios metabólicos por azúcares y afectación odontológica.

Por qué no se recomiendan para niños, niñas y adolescentes

• Vulnerabilidad fisiológica: mayor efecto por etapa de desarrollo y por el propio peso corporal.

• Efectos sobre el sueño y la cognición: alteraciones que afectan aprendizaje y memoria.
• Interacciones con enfermedades cardíacas, convulsiones o diabetes.
• Asociación con otros comportamientos de riesgo (tabaco, alcohol, bajo rendimiento escolar).
• No existe un beneficio real en la población joven.

Conclusiones
Las bebidas energizantes contienen sustancias estimulantes, azúcares y otros compuestos que pueden causar efectos adversos, especialmente en niños, niñas y adolescentes. Por su fisiología en desarrollo y vulnerabilidad, su consumo no es recomendable.
Es importante la información, así como la precaución en su uso.
Es relevante evitar su consumo, regular su venta y promover la educación en salud con información oportuna y sensibilización, al igual que generar espacios de discusión que incluyan el concepto del uso problemático de sustancias, promoviendo factores protectores y la percepción de riesgo adecuada con herramientas que motiven la toma de decisión asertiva en concordancia con la autonomía de los adolescentes.

Dra. Marianoel Valdez
Comité Adolescencia – SUP
Octubre, 2025Bebidas Energizantes.docx (1)